martes, 10 de febrero de 2009

La gallina de los huevos de oro

Empieza de la misma forma: cigarros y fuego a la bolsa izquierda, el celular a la bolsa derecha, las pics y las fichas para la bolsa pequeña, las tarjetas en la bolsa de atrás y el equipaje está listo. Pero al final me pasa lo mismo que con el pelo, la basura nunca deja de crecer. Lo primero es un sencillo ticket del pan, la gas, comida o lo que sea, que por aspiraciones verdes simplemente no lo puedo tirar, después la cajetilla diaria que deja sus envoltorios conmigo, servilletas, tarjetas de presentación, tarjetitas, matochas, portabachas y toda clase de pequeña basura empieza a crecer y andar conmigo en las bolsas de mi pantalón. Y es que a falta de un lugar que considere el territorio de mi manada, me acostumbre a estar siempre listo para zarpar y eso implica carecer de un lugar al cual volver por mis cosas en el momento que se me antoje, así que por puros placeres sedentarios le brindaré un hogar a mis papeluchos, al que mi pantalón y yo volvamos cuando los necesite rescatar.